No one knows, no one cares
Hubo algo que no fue lo que era siempre. Hubo imágenes fotografiadas en blanco y negro. Hubo sangre hasta el ridículo (de una barbilla no puede emanar tanta cantidad). Pero nadie lo notó.
En el tiempo, era mediodía, ya era pasado aunque hubiese sido presente, ya era un futuro deshecho. En el espacio, era un café de Flores, era una pizzería (de noche), era un ambiente por demás turbio, era un día soleado por fuera pero demasiado falseado por dentro. Nadie lo notó.
Cayó de bruces (expresión ya dísloca) y se partió la cabeza. En dos. Ahí también hubo sangre, hubo un grito espasmódico que comenzó casi gutural y terminó en un gemido inaudible y constante, que duró toda una vida. Su vida.
Ahora eran dos, no uno. Dos. Era él, y era su otra mitad. Su otra cabeza, que danzaba frente a sus ojos. Era su brazo izquierdo esforzándose en vano por estrechar la mano con su brazo derecho (matemáticamente imposible). Era su oreja izquierda intentando oír lo que hablaba la mitad derecha de su boca (¿y la torcida?). Era un sueño tras otro. Eran dos sueños a la vez, claro. Pero eran dos mentes a la vez. ¿O no?¿O era una sola mente partida al medio y, por tanto, dividida en dos; separada de sí, de su mitad superyoica, de su sector más realista? No había caso. No iba a funcionar.
Cuando despertó de aquél letargo, de aquella ensoñación tan surrealista, se dio cuenta de que, efectivamente, se había equivocado una vez más.
Hubo un destelloestallido.
Hubo un grito más (el último).
Hubo un cuerpo desplomándose (¿o dos?)
Hubo una muerte y un suspiro aliviado.
Hubo un médico, un psiquiátra y un hermano.
Hubo tres suspiros aliviados.
Hubo un enfermo, un esquizofrénico empedernido e incurable; y un problema MENOS.
Aunque nadie supo quién, ni por qué, ni cómo, ni nada. Pero claro, no importó.
Hubo algo que no fue lo que era siempre. Hubo imágenes fotografiadas en blanco y negro. Hubo sangre hasta el ridículo (de una barbilla no puede emanar tanta cantidad). Pero nadie lo notó.
En el tiempo, era mediodía, ya era pasado aunque hubiese sido presente, ya era un futuro deshecho. En el espacio, era un café de Flores, era una pizzería (de noche), era un ambiente por demás turbio, era un día soleado por fuera pero demasiado falseado por dentro. Nadie lo notó.
Cayó de bruces (expresión ya dísloca) y se partió la cabeza. En dos. Ahí también hubo sangre, hubo un grito espasmódico que comenzó casi gutural y terminó en un gemido inaudible y constante, que duró toda una vida. Su vida.
Ahora eran dos, no uno. Dos. Era él, y era su otra mitad. Su otra cabeza, que danzaba frente a sus ojos. Era su brazo izquierdo esforzándose en vano por estrechar la mano con su brazo derecho (matemáticamente imposible). Era su oreja izquierda intentando oír lo que hablaba la mitad derecha de su boca (¿y la torcida?). Era un sueño tras otro. Eran dos sueños a la vez, claro. Pero eran dos mentes a la vez. ¿O no?¿O era una sola mente partida al medio y, por tanto, dividida en dos; separada de sí, de su mitad superyoica, de su sector más realista? No había caso. No iba a funcionar.
Cuando despertó de aquél letargo, de aquella ensoñación tan surrealista, se dio cuenta de que, efectivamente, se había equivocado una vez más.
Hubo un destelloestallido.
Hubo un grito más (el último).
Hubo un cuerpo desplomándose (¿o dos?)
Hubo una muerte y un suspiro aliviado.
Hubo un médico, un psiquiátra y un hermano.
Hubo tres suspiros aliviados.
Hubo un enfermo, un esquizofrénico empedernido e incurable; y un problema MENOS.
Aunque nadie supo quién, ni por qué, ni cómo, ni nada. Pero claro, no importó.
2 Comments:
Es así, ñato. Cuando estás en el suelo todos te fajan. Pero la mediocridad pulula entre los árboles que crecen, solamente; y no entre los yuyos, murmullos de cuyos barullos huyo, y así me diluyo.
En veces olvidadas; en sermones;
en jaco pastorius; en la pared; en las otras paredes; en 3,141618 y todos los que siguen; en el ayer y en la recurrencia de los eneros infinitos para lo que se supone que es la historia que vaya a saber uno si es deveritas deveritas y no un montón de boludeces dichas por dos gordos con bigote uno y el otro con tatuajes de Bon Jovi que se sentaron un día al calor de la tarde a inventar la misma, pero se pusieron tan en pedo que salió esto.
Jajaja, cómo me reí leyendo esto. Al principio la frase del reconocido cuento de Cortázar: "Torito". La alusión a la oración de Torito sirve, al caso, como lo que decía Fontanarrosa en aquello de "Puto el que lee", es decir, meter un golpe bajo desde los orígenes del texto. La enumeración descrita también. Gracias, lástima que no seamos todavía "dos gordos con bigote" para reinventar la historia y, ya que estamos, reinventarnos con un soplido ancestral que nos vuele los copos y nos confratulie en las armoniflugias de los esteros. Saludos!
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