Ni yerba de ayer

martes, octubre 23, 2007


Miércoles 28 de Noviembre, 20:30 hs
Bar La Forja
Bacacay 2414 (a dos cuadras de Plaza Flores)
http://www.barlaforja.com.ar/

+info en
http://www.vamosarockearla.wordpress.com/
anticipadas a $8 escribiendo a
arockearla@gmail.com


Gente, voy a leer unas poesías en el festival Rocanpoetry. Quienes deseen, consúltenme o acudan a los sitios indicados. ¡Salud!

posted by Guido Tanoni at 7:48 p. m. 3 Deja tu opinión

lunes, octubre 22, 2007

Definitivamente, están perdidos...

El título que van a leer ahora, estimo, es increíble. Apareció publicado en la edición digital de hoy, en Clarín. Agradezcamos a este benigno diario, que nos sigue aportando material de este nivel:
"Crecen los incendios en el sur de California: Schwarzenegger declaró la emergencia".

No quiero alarmar a nadie, pero si Schwarzenegger declara la emergencia, qué será de la humanidad. Estamos frente a :
¿La dimisión del héroe? ¿el derrumbamiento del ídolo moderno? ¿la confirmación material de la vacuidad de la existencia?

Pero andá, papá. Reite un poco, que por ahora es gratis.

posted by El flaco de la bicicleta blanca at 1:19 p. m. 0 Deja tu opinión

miércoles, septiembre 12, 2007

Simplemente, un breve comentario.
"'Hoy he tomado la decisión de renunciar', indicó en rueda de prensa con semblante grave Abe [...]" del Diario Clarín de hoy.
Para mí suena horrible una cacofonía en el ámbito de una noticia. ¿Por qué no eludirla, si hay tantos sinónimos o frases similares?

posted by El flaco de la bicicleta blanca at 6:17 p. m. 3 Deja tu opinión

lunes, agosto 13, 2007

“En mi principio está mi fin”,
T.S. Eliot, Four Quartets.

Si se me permite un tono estoicamente afirmativo, no dudaría en decir que la premisa más real es la siguiente: todo es falso. Pero, aún así, no podemos negar su materialidad. Hay que hacernos conscientes de ello. Estamos coronados en una torre de Babel. Nuestra Babel es la propia edificación del consenso humano, desarrollado bajo los cimientes mismos de la nada. No estoy planteando, con lo antedicho, una exégesis del troglodita ni una veneración existencialista.
Si el hombre informatizado de hoy día entra en razón (oh, paradoja franfurktiana de la irracionalidad de la razón), si se embebe del conocimiento de sus propias entrañas –esto es, ni más ni menos, un escudriñamiento, o mejor dicho, una conciencia del propio origen-, no tiene por qué creer, por ejemplo, que ésta pared es una frontera entre mi parcela y la de el vecino. El hecho es que la razón, con su fárrago indecoroso, conllevó al sujeto mismo a la situación del desasosiego que lo caracteriza.
Aún así, no pueden derruirse los pilares ya construidos de Babel. Sería un ataque mismo al hombre. Solamente se le pide que comprenda que no está en el plácido sitio a donde la gravedad lo arroja, sino en el ingrávido transitar sobre la cornisa de una torre, cuyos materiales mismos son la nada.
La nada es el lenguaje. La nada es la convención. Pero esta nada vivifica nuestra vida, o al menos la dilata, la extiende. Toda simplificación del mundo es angulosa. ¿Pero qué existe sin ella?
¿Atentar contra el hombre mismo? No. Simplemente, aplicar una inyección de verdadera razón. Esto quiere decir, que se comprenda dónde estamos caminando y que se recuerde de dónde surgió el cemento que nos sostiene.
¿De dónde? De la nada. ¿Qué sería el hombre sin la nada? No se trata de que el hombre se desespere aún más. La nada no es evasión. Es realidad. La realidad más real, si se quiere forzar aún más el lenguaje. La nada es el material original del hombre. Pero se trata de que la cura de sus problemas (la nada) no termine por conllevarlo a la obnubilación.
Por otra parte, existe algo inercial en ese todo. Porque no puedo resistirme a que el muro divida mi casa de la del vecino. O no puedo resistirme a que el capitalismo se desarrolle y extienda. ¿Qué hacer frente a eso?
Simplemente, repensar el presente del sujeto y recordar el pasado del sujeto (si bien mítico, el momento de su nacimiento, por cierto, indefinible). Babel no comenzó, quizás, nunca. Sólo existió. Pero el hombre continúa agregando cal y arena, y el hombre se pierde allá arriba. Que siga construyendo, pero considerando la piedra fundamental: la nada misma, el hombre mismo, el ser en su esencia misma.
Y, por supuesto, en su fin está su principio.

Martín Erro.

posted by El flaco de la bicicleta blanca at 12:34 a. m. 8 Deja tu opinión

sábado, febrero 24, 2007

Lección del día: cómo transformar la frase más grosera y bruta en neto aforismo poético

“Dos tetas tiran más que dos carretas”, dicen (para no ir más lejos). Y no están tan alejados de la verdad. Sucede, entonces, la forma. Se interpone entre el significado y el hombre. Entre el mensaje y el fondo, el esquema lingüístico puro sin deformaciones profesionales ni canllengues. Sucede que ahora aparece, entre forma y fondo, otra antinomia. La sociedad: la más profunda incoherencia. “No, no te tenés que fijar en cómo lo dice, sino en lo que dice”, reza un defensor de la cumbia villera (que ni siquiera sabe que hasta lo que dicen la mayoría –porque no me gusta generalizar, nunca me gustó– de los temas que pertenecen a dicho género, no dicen nada), o un enigmático poeta de la nueva estirpe que se antecede a toda crítica con un simple “es lo nuevo”, o un ciudadano más que cree en el discurso de la izquierda más radical y más impúdica (tal vez, sin equivocarse, quién sabe). Pero al día siguiente, cuando al defensor de la cumbia villera le dicen “negro” en lugar de “habitante de una villa miseria”, se queja sin comprender que (más allá de subjetivemas impuestos) en cuestión de fondo es lo mismo. Y también ese poeta se muere si alguien dice “un sinsentido más” en lugar de “honorable vanguardismo” para referirse a su obra. Aunque, me parece (alguien sabrá decirlo) tal vez estoy mezclando las cosas. Quizás no. Hay que ver que, quiérase o no, los subjetivemas están; siempre están. Desde el “Érase un hombre a una nariz pegado” hasta el “qué puta que sos, qué puta que soooos” –todo para arruinar la indiferente existencia de las Andreas–, pasando por tantos mensajes diferentes (“Eras mi hermano, Anakin”, denotando que la hermandad sea, en el peor de los casos, un destino de amor mutuo; “Ladran Sancho, señal de que estamos vivos”, manteniendo que en todo caso es mejor estar vivo que aboracarse al cese de los latidos en el corazón; “Sos un sol”, partiendo de la base de que el “sol” –astro que, a propósito, ningún ser humano viviente logró conocer en su endemoniada vida– es algo positivo y lindo). Pero claro, volviendo al “kit” de la cuestión, me dirán que es inútil defender que se puede lograr una metamorfosis tal que la frase encomillada en el primer renglón de esta escasa –y por cierto, algo estéril– reposición de ideas, se transforme en una sutileza del más poético lenguaje nerudiano, en pos de lograr la notable aceptación del mundo que no duerme. El que duerme, en sus sueños verá lo que quiera ver. O como le dice Gruter a Nicolasito Almanza en su aventura como fotógrafo platense, al soñar se va entrenando para el sueño más infalible e interminable: la muerte. Y sin embargo, créanme, no es tan difícil transferir el significado (y no el significante, Saussure querido) de “Dos tetas tiran más que dos carretas”, al amor incondicional de Romeo, o de Hércules, o de Horacio Oliveira (aunque él no lo supiera, pero Cortázar sabía, estoy más que seguro que Cortázar sabía), o de Ken (el novio infaltable de cada Barbie), o de mi papá, o de Baremboin, o de Juan Pablo en su túnel sabatiano –si se me admite tal adjetivo–, o de Samsagaz Gamyi por Rosita Coto, o del personaje que representa Adam Sandler en “Como si fuera la primera vez”, etc, etc. Porque podría seguir citando ejemplos (toda la vida es un gran ejemplo) pero no tiene caso. Sería en vano. Ya conseguí mi cometido. Ya logré que usted se de cuenta de hacia dónde trato de encaminar mis palabras. Sí, hacia una salida coherente, claro. Y no es precisamente aquella que se ve a lo lejos, la que reza “Exit” en letras blancas y fondo verde, titilando o con luz permanente. La cuestión es ver, es entender, que el significado puede ser (o es, según la interpretación) más importante (mucho más) que el significante en sí, que la forma, que la estética, que el afuera, que el objetivismo, que los cinco sentidos, que la primera impresión, que el prejuicio, que el asco repentino que produce vómitos en algunos y desmayos en otros. Comprender que tal vez un olor nauseabundo no sea sólo eso, sino que tal vez transmita un mensaje importante. Tal vez un aviso. Quizás un “Hey, no cortes más árboles”, o un “Ojo!, ese chicle te deja pintada la lengua”. Pero los hombres no sabemos ver las señales de la vida; porque nos quedamos en la forma. Menos mal, por otro lado. Y más mal, por otro otro lado. Y tal vez de la forma en que está escrita la presente disertación consiga el beneplácito de Borges (desde arriba) y de Washington Cucurto, el polo positivo y negativo (si se quiere, en tren de mostrar las grandes diferencias, sin realizar juicio valorativo alguno, claro está); pero quién sabe si será así. En última instancia, no es el propósito de la misma. En realidad no sé si se entiende mi mensaje. Quizás algunos lo juzguen de ambiguo, y les responderé que en verdad lo es, y que así se mimetiza con el mundo contemporáneo. Otros desentrañarán su significado y degustaran lo más exquisito, la borra misma del texto. Los que se queden en la forma, dichosos sean; y los que no, también. Es la idea. Saber que la forma importa, pero que no es irremediable. Que en definitiva es cuasi lo mismo decir “Dos tetas tiran más que dos carretas” a decir que el hombre es un ser que en todo momento se halla perdidamente enamorado de la mujer. Quién dijo que la verdad estaba en una u otra forma de decirlo, o que la mejor forma de expresarlo sea una u otra. Tal vez son las dos. Tal vez. O quizá para alguno sean las dos, para otro solamente una y para otro otra. Si se complica, es porque la vida es complicada, no es lineal, no es unidireccional, no es como la visión de los caballos que usan en los sulkys y les tapan los ojos para que no miren hacia los costados. Pero tampoco nadie sabrá ahora si dar por verdad lo que digo, y no creo que sea del todo sensato hacerlo. No busco verdad, sino coherencia. Mi meta es tanto menos ambiciosa, pero por algo se empieza. Buscando la verdad, y nada más que ello, han perecido demasiados genios. Buscando la coherencia, han empezado tantos otros. Un ser coherente, no puede dejar de serlo nunca. Es inevitable. Tanto o más que la fuerza de las tetas (que tiran más que un sulky o dos, por no decir más que un convertible o un Mini Cooper), tanto o más que el deseo de agradar, tanto o más que el fin de estas palabras algo necias y desordenadas, pero coherentes. Quede claro que no es coherencia resultar neutral en todo asunto. No. En mi caso particular, en este tema en particular, sólo intento argüir el fundamento de cada parte, y dar igual cabida a ambas. Dando por terminada este escurrimiento de términos lingüísticos, sigo manteniendo (como en un principio) que no es fácil, que no es común, pero que es lindo a veces abstraerse de lo establecido, salirse del precepto, y mirar las cosas desde un ángulo distinto, y aunque cueste tratar de desnudarse de toda estética preconsabida, y mirar sin prejuicio, sin preconcepto, sin nada. Pero mirando atentamente. Se ven cosas fabulosas…

Frase del día:

“When you’ve seen beyond yourself, then you may find peace of mind is waiting there*”
George Harrison
*"Cuando hayas visto más allá de tí, entonces tal vez descubrirás que la paz mental espera allí"

posted by Guido Tanoni at 10:50 p. m. 7 Deja tu opinión

jueves, febrero 08, 2007

"El fondo de las cosas no es la muerte o la vida.
El fondo es otra cosa
que alguna vez sale a la orilla"
Roberto Juarróz, poema 4, Poesía Vertical I


¡Eh, guacho, qué bardeas!... Ahora sí, culminado el instante pueril (pero no estéril), se puede dialogar con la diafonía estertórea del conocimiento, de la cultura y no del garbo idiota. Manos que escriben palabras sin sentido, que brotan de una nada que al mismo tiempo se comunica con otras nadas en la virtualidad de un inclótumo programa infortunadamente denominado "Mensajero" (en clara e insana dicotomía). ¡Di coto, mía! Es inevitable no desglosar las palabras, no destruir una imagen para crear otra nueva, no perpetuar la existencia del ser en el acto de placer más certero y animal (pero no humillante, como eructar o rascarse la entrepierna). Es inevitable no querer modificar el mundo, pues la naturaleza del hombre nos indica que ese es nuestro destino último. Y, quiérase o no, siempre cambiamos el mundo. Este blog lo ha cambiado. Aquellos que firmaron el blog lo han hecho. Quienes inventaron los fotologs y los blogs, lo han hecho. Así como Bill Gates, Julio Cortázar (santa diferencia!!; bien que lo he mamado con gusto, y lo agradezco), Mahatma Gandhi, Damián Szifrón, el borracho de la plaza, Liniers (Macanudo!), Mahler (y no el Pitito que le compone las roncas melodías a Pepito Cibrián; ni tampoco la empresa guatemalteca que permuta el lugar de la "H" en su nombre, depositándola hacia la derecha de la "L"), y muchos hombres y mujeres y niños que en el existencialismo de Camus (y de Sábato, claro) son tan importantes como la gran Garganta del Diablo (y lo son en verdad para el universo) aunque sean otro brick en la pared del hambre, de la miseria y la debilidad humana. Siempre hay espasmos de vida, no dejan de estar ahí porque no pueden (aunque quieran, no pueden; pero quién dijo que quieran). Siempre esos choques, esas muertes, esa droga enfatizando la somnolencia del tiempo, esa manipulación inerte del ser; también las bicicletas sin frenos, sin guardabarros, o con cesta para guardar las bolsas de las compras. Siempre están. No como los amigos, que a veces no están aunque digan “siempre voy a estar”, o aunque te abracen en un viaje de egresados y te digan “No te voy a olvidar nunca”. Pero, ¿qué es el olvido? Si el olvido es no tener presente, día a día, en cada despertar (o bien, en algún momento del día) a la persona en cuestión, entonces muchas veces nos habremos olvidado de alguien. Pero, si el olvido es terruptar las emociones, si es desentrañar las imágenes insertas (desde archivo o prediseñada), si es no guarecer al menos en un hueco ínfimo del ser a dicha persona, entonces tal vez sea más improbable que alguien en su puta vida haya olvidado a un amigo. Pero claro, también depende de a qué nos remitamos con el término “amigo”. Si amigo es, como arguyera aquél autor desconocido (¿o Borges, realmente?) en su rememorado poema “El Árbol de los amigos”, cualquier individuo con el que uno trata (al menos un tiempo, por más escaso que sea; “Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino”), aunque luego se esfumen para siempre y no sigan el camino con nosotros, entonces nunca puede haber siquiera un sujeto carente de ellos. Si, por el contrario, amigo es todo aquél que acompaña a la persona, que comparte momentos (no necesariamente espectaculares, ni antropológicamente correctos, ni filosóficamente aptos), que brinda su ayuda en tiempos de marea alta, que genera con ella un lazo único e irrepetible (como el ser mismo); entonces puede que existan personas que, en el peor de los casos, no posean ni un amigo. Eso nos lleva al concepto de soledad. Soledad hay en todos lados. Hay soledad en una fiesta repleta de amigos, en cuanto uno de ellos sienta esa ventisca rauda que pasa de un hombro al otro y acoge los peores sentimientos de soledad (la soledad interior); y hay soledad en la ribera del Río de la Plata; en el Chaco; en los hacedores de canastos de mimbre; en el punto más álgido (realmente álgido) del Glaciar Upsala; en la estera (también de mimbre) que utiliza una gallega para tomar sol en alguna playa de Málaga; en el resquicio que forman los párpados de cualquier chino; en la vasta solemnidad del océano y sus pequeños navegantes. En todos lados.
Tal vez sea por ello que intentamos modificar el mundo. Tal vez sea una forma más de buscar el fondo, sin caer en los bordes "Juarrocianos" (si se admite tal neologismo) de la vida o la muerte; pero siempre teniendo en cuenta las manos (también momentos juarrocianos) que crean al ser, y al no ser; que crean este texto intentando alcanzar esa orilla en la que, quién sabe dónde, se vislumbre el fondo. Tal vez sí sea por ello, o tal vez no. Tal vez sea el intento de rechazar un olvido inminente, o hacer decrecer los momentos solitarios, o creerse un ser más apreciable, o demás. O tal vez porque queremos figurar en ese glosario enorme que se llama “Historia”. Y quizá por eso la invención de estos nuevos espacios de comunicación, quién sabe. Pero en ese afán casi fortuito, entre situaciones y coyunturas parcial o totalmente azarosas, reaparece el humano que se cree perdido en las inmediaciones de la locura moderna. Porque allí se encuentra el mismo deseo del cavernícola, y del romano y de Descartes. El único patrón común en todo hombre (aunque negado bajo mecanismos psicológicos en algunos casos), la cosa en sí que mueve todo designio. La pregunta, la cuestión anterior a la inmediatez del acto, sería: ¿para qué?. Ahora yo pregunto, señoras y señores: “¿hacia dónde?”…


FRASE DEL DÍA:

"Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a tí mismo"

Mahatma Gandhi

posted by Guido Tanoni at 7:11 p. m. 3 Deja tu opinión

sábado, febrero 03, 2007

“¿Cómo iniciar por el final?
No puedo nombrar la muerte,
cosa que sabe,
sólo, la multitud pulverizada,
que, aullante en el silencio, pisamos.”
Aldo Oliva,"El-ixir o el secreto del barrio",
De Fascinatione.

Podría aventurarme en lo escabroso de narrar una historia al revés, desgranar sutiles palabras con la quietud de una letanía proferida en mitad de una noche dplenilunio y aroma a mezcla de colonia y alcanfor. Y así recurrir a los lugares eternamente comunes de los finales: “Y se murió”, podría atinar en estos dedos, y luego recomenzar la narración, planteando hipótesis lectoras, reconstruyendo esporádicas escenas, efímeras vueltas atrás de un relato no édito, todavía virgen en el páramo de lo inmaterial. Pero no lo hago. Prefiero nominalizar nones, asignarle nombres erráticos a situaciones que nunca escribiré, como el paraíso negado a un suicida. Prefiero hilvanar con los hilos desmadejados de la incoherencia esta historia que no ha comenzado, y que nunca lo hará.

Sin embargo recurro, con afán de argumentar lo injustificable, a la máxima mallarmeana de que “un golpe de dados nunca abolirá el azar”: estos fonemas indiscretos que aparecen repentinamente y sin una seguridad de tipo “marlowiana” de que se inmortalizarán en los espacios todavía expectantes, no se conducen en los rieles del perfecto cuentista de Quiroga. No fueron pensados con anterioridad, como un asesinato de un capo mafia o el ahorro de un niño que espera por un álbum de figuritas. Aún así, me atrevo (con reconocida insolencia) a delinear el final de esto que no es, de esto que se semeja a un silencio en una pintura de Duchamp o – tan contrariamente que parecen hermanos- al Scream estentóreo de un tal Munch (otro lugar común). Y a partir de la paráfrasis, reconozco lo que sucede con Mallarmé –con su Rayuela y su Ygradissil ideal- y Cortázar – con su golpe de dados-: ambos, poema y novela respectivamente, son procesos complejos y laberínticos que tienen por objetivo entablar un diálogo (también ideal) con un lector (por supuesto, ideal). Me da la loca de pensar que la obra de Mallarmé y Cortázar se asemejan a la vida de un creador de crucigramas, un creador de vacíos que llenarán a otras personas en la pasividad del cafecito, La Nación o el Olé (dependiendo la ubicación geográfica o geohumana) y el Benson, esto amparado por la ley, en una mesita afuera del bar. Ambos edificaron laberintos, ambos intentaron desechar (omitir) al lector-hembra, a aquel que se planta en la mera unidimensionalidad del relato (sin citar ejemplos argentinos). Se plantea así una antagónica posición con respecto a las máximas de la narrativa llana:

1. Inmiscuirse en la falencia del lenguaje plano, aquel que tan sólo requiere de la dimensionalidad austera y huraña de lo tangible, lo previsible;

2. Presentar al lector una baraja de una carta única, sin mayor elección que la que el autor designa y que el totalitarismo de la palabra circunscribe al papel. Un punto final no trasciende la inmediatez del punto final.

Mallarmé. Cortázar. Tanto el poema como la novela, superhonda, pesadas y cargadas de simbolismos a la manera de la poética del rosarino-griego-latín Oliva (no digo poema, porque él creía con justicia de poetas arcaicos que la poesía trascendía la palabra escrita). Y yo ahora, armo rompecabezas, intento llenar los espacios de sus crucigramas y de acercarme en una situación conversacional (ideal) con estos “creadores de vacíos”, constructores de caminos.

Y aquí finalizo escribiendo “y se murió”; ponderando en mis trémulas manos una duda a la manera de Descartes. Pero ahora sin comillas. Y se murió. Y siguiendo el ejemplo (pero mal aprendido, y aún peor aprehendido) le digo:

“Y se murió, luego de alzar la vista y reconocer en el fragor mismo de la nada que …………………………………………………”.

Y me agrada invocar al suceso abstracto de que usted lo llena y finaliza este relato no profanado, todavía virgen en el absoluto de lo níveo.

“Y se murió, luego de alzar la vista y reconocer en el fragor mismo de la nada que el facón que se le hundía en un costado estaba empuñado por su misma mano: se estaba suicidando”.

Pero no. Arribo a la conclusión de que el que rellena los espacios es mi doppelgänger, mi propio lector (ideal), y que ante todo abismo –ante la presencia de un vacío eminente- a veces es mejor callar, derramarse en algún rincón de lo cotidiano y dormir como quien no quiere la cosa. O como quien la quiere pero que no se atreve. Se trata de banalizar la nada.

Frase del día:
"Tan difícil escapar de ellas, con lo hermosas que son. Mujeres mentales, verdad. Me hubiera gustado entender mejor a Mallarmé, su sentido de la ausencia y del silencio era mucho más que un recurso extremo, un impasse metafísico. Un día, en Jerez de la Frontera, oí un cañonazo a veinte metros y descubrí otro sentido del silencio. Y esos perros que oyen el silbato inaudible para nosotros... Usted es pintor, creo." nos dice Morelli en el capítulo 154, Rayuela.

posted by El flaco de la bicicleta blanca at 2:40 p. m. 0 Deja tu opinión

martes, enero 16, 2007

LA BABA MATA

MAMÁ ANA: Mañana. Sabrás: la fama lanza ratas; acá jamás habrá fama.
ÁLVAR: ¡Habrá ratas!
MAMÁ ANA: ¡Calla!
ÁLVAR: ¡Patas para la pagana!, ¿paga la pagana, mamá?
MAMÁ ANA: Ahá, paga.
ÁLVAR: ¡Mamá, patas para la pagana!
MAMÁ ANA: ¡Ya va!
ÁLVAR: Mamá, allá hallará la batata, la papa, hasta las patas para la pagana.
MAMÁ ANA: ¡Tanta pata para la pagana!¡Trabajá! Labrá la tarta, sacá la rampa para las papas.
ÁLVAR: ¡Andá para allá, mamá! Ah… Las canas, las canas.
MAMÁ ANA: ¡Alá! ¡Mandá la calma para la mamá, Alá!

Acá la casa cansa, para las patadas, rapta las barbas, manca a la santa mamá. Para nada banca las cargadas, raja para atrás, para allá, saca panza para papá. Las masas ganan, van, acá, allá; van. A la nata las mañanas, lana para la palangana: caca sana. ¡Basta!
¿Más?¡Para nada! Zafá a la manada. Sala la sal; nada gana la banana, flaca, mala, rasa. La raza más bacán, la más amada (¿pará?¿la más amada? ¡la más agrandada!). Atrás, la mamá lava, plancha, habla, trabaja; ¡la pavada!.
Para acabar la zanata, la daga manda, la banca salta para dar nada, la bala arranca la calabaza. Allá la manta tapa la cara, tapa a Ana, la mamá calmada; alma gastada, alas ganadas, lava la sana maraña calaña, ya habla, ya canta, ya danza, ya va. Nada, la lanza ataca a santas, a ratas. Vacas, vacas... lacras... ya nada pasa. Ya nada...


La manzana más asada canta, alta, la cantata. La cantata pasa, pasa; habla:
“La baba mata; la baba da fama para ratas”

posted by Guido Tanoni at 1:06 a. m. 1 Deja tu opinión

sábado, diciembre 30, 2006

“Hace muchísimo que no sabemos nada
yo de mí ni mí de yo”

Susana Thénon, Canto Nupcial.

Todos escondemos una otredad, un otro que nos espera a la vuelta de una esquina desconocida para inundarnos en una vorágine como la de las olas revueltas en el mar. Todos nos enfrentamos con una alteridad ecuánime, guardada quizás en inicuas presencias, dormidas cual libro en biblioteca infinita -con una muerte provisoria, que aguarda el aliento, la mano que sutilmente lo atraiga a la vida, que lo rejuvenezca en un hálito de satisfacción, sublimando esencias -. Y al fin, envueltos en lo inédito de la situación, reemplazados por ese otro que también nos hace. No es esquizofrenia escribirse cartas a uno mismo, a lo sumo narcisismo. Al respecto, circula una propaganda (inane demostración capitalista) sobre el amor propio, una propaganda que ensalza los contravalores, que lo conlleva a uno a replantearse por qué es feo, o por qué no lanzó la basura; el tacho repleto es como un big brother que nos observa delatándonos lo sucio de la humanidad misma, del carácter natural y mundano que obligaba, por ejemplo, a ir al baño a Platón, o a lavarse cada mañana los dientes al habitante medio inglés (apretando desde abajo del pomo, claro). Pero esas necesidades ineludibles son las que nos perfeccionan, porque en lo terrenal, en lo aparentemente efímero, a veces se encuentra lo perfecto, lo idílico, lo sin tiempo. Así como una breve nota lanzada en la vereda puede salvar el alma de un suicida. O tornarla todavía más gredosa. He ahí los vericuetos de la cuestión: la multiplicidad de lecturas, la diversidad de elecciones, la subjetividad. Porque lo objetivo sólo puede circunscribirse a un plano abstracto, intangible. Tan intangible como una suma para un escolar.
Hablando de escolares: recién, revisando nones en mi vida y platicando con un anaquel (sucio, claro) pude visualizar un error ortográfico en la medalla de fin de año de mi secundaria: “fransisco”, puede leerse en la costura mal hilada de la plata. Para el lector, este hecho puede significar un pedazo más de vida perdida, una gota de tiempo aplicada a una lectura intrascendente. Pero, al menos particularmente, esto simboliza lo grotesco, lo Discepoliano que se nos presenta en la cotidianeidad, lo incongruente: tantas enseñanzas dirigidas a los alumnos, tantos castigos para finalizar el círculo con una línea, aflojar al final como un pedo entre contertulios congresistas. Sé que la falencia se le debe adjudicar al encargado de grabar la medalla, pero así como la secretaria irresponsable otorga una imagen irresponsable a una empresa x, esto (ahora encofrado en la soledad de las cosas) se inmortalizará una sonrisa de egresado maloliente. Sin embargo, seguirá relegando óxido.
No diga nada, sé que esto no modifica su vida. Pero alegando a nuestra alteridad, a usted le servirá para que en su memoria se retrotraiga algún hecho semejante, equidistante a este recuerdo tan mío. Alguna travesura infantil, alguna maestra de primaria, alguna contradicción hallada en las instituciones, algún.
Y así como si las horas fueran el agua que corre por un acantilado empinado, llega el fin de año, la navidad infunda de éxitos comerciales y desenfreno mercantilista. Se estrechan las copas de los argentinos, esas mismas que hacía (¿hace?) unos años se incomprendían. Colisionan intempestivamente los alcoholes que supuran la melancolía de la “argentinidad acrisolada”, y entre tanta yerba secándose al sol, entre tanta noche sin luna ni estrellas, el arbolito ahí, brillando con la lumínica perfección de un círculo bien cerrado (sin una línea al final), ilustrando la “la douce Nuit qui marche”. Aunque se sepa bien que no todo está bien o no todo esté mal, depende cómo se lo mire, desde qué cerradura se aplique la ceja, desde qué etcéteras infinitos se parcialice la visión. Porque así es nuestro pueblo -al menos el medio, el que está entre el alfa y el omega, el epicentro de un péndulo estoico que se debate silencios entre sombras y faroles-, una metrópolis fecunda fecundada por opios constantes, por máscaras y rodilleras, edificando los días, el-fin-de-mes con apatía y alegría, porque no viene mal las contradicciones (dícese de ambivalencias Discepolianas como en botica), la copa de cristal sobre el mantel (sucio) a cuadrillé; el fransisco punzando, sonriendo en la penumbra; el Van Gogh reproducido drásticamente por una imprenta ya fenecida por mimesis económico junto al dibujo curvilíneo de la nena, que le quedó re paquete, que mirá si me sale pintora como el Testa ese que salió en el Clarín, que andá a saber, ché.
No soy un nihilista más, no soy un hijo del rigor del espíritu tanguero, no ando repechando en la nostalgia. Al menos, no siempre. Creo en el halo de luz que se cuela entre algún espacio de the wall, intento alejarme, intento no ser un ladrillo más, another brick in the wall, anoder brik in de uol. Y a veces decaigo, me hallo siendo un estatuario más, un productor de estatuas, inertes, estancadas, enraizadas. Pero es ahí cuando me embarco en lo lúdico de desenterrar las raíces de mis efigies, dando vida, cumpliendo mi rol de demiurgo ciego. Es ahí cuando termino comprendiendo que el tango no es sólo añoranza y lágrima por caer, sino un espacio para relegar h2o y luego, renovado como las largas siestas existenciales del viejo Bukowski (¿o era Hank?), salir a la calle, perderse en las faldas femeninas emergentes del otro lado de la senda peatonal. Es como decía Borges:
"Tal vez la misión del tango sea esa: dar a los argentinos la certidumbre de haber sido valientes, de haber cumplido ya con las exigencias del valor y el honor".
Pero así, repartiendo oxígeno y relegando óxido, ando buscándome, palpando formas en la oscuridad rotunda.
Ahora, en este preciso momento, memento, tormento. Cuando el vodka se cuela por el calcio de mis huesos y la inmaterialidad del sueño cala en mi sien, comprendo que de tantos fransiscos, olvidé que usted, el mismo lector (¿o escritor?) que se desalimenta de estas palabras abultadas de adjetivos fétidos lúgubres lóbregos anegados, es mi otro. Mi misma forma en un plano paralelo, sentada en la silla en la que usted se rasca la cabeza, apoyado quizás contra el teclado, observando la pantalla y pensando en que la cebolla siempre se le pasa a la vieja, en que cuando sea grande no seré poeta, o en que todavía no olvidé a aquella noviecita de secundaria, porque de tanta escolaridad y reminiscencias usted - igual que yo-, se habrá transportado a aquellos rostros que duermen en nuestra existencia mental, que pernoctan como un libro en una biblioteca infinita, (sin saberlo está aguardando que una mano lo tome del pescuezo y lo largue por la ventana). Y que vivir es recolectar otredades, descubrirse en alguna huella del otro. Y ahí entender o no entender que todo se cierra en un mándala. Que no hay, mejor dicho, no debe haber aflojes al final. Que el tango y el amor y el Van Gogh sirven, si quiera, para elucubrar una “eternidad instantánea”, para fotografiar nuestra subsistencia, sublimando esencias, qué tanto.

Martín Erro (¿o usted?), año 2006.

Frase del día:
“La verdadera otredad hecha de delicados contactos, de maravillosos ajustes con el mundo, no podía cumplirse desde un solo término, a la mano tendida debía responder otra mano desde el afuera, desde lo otro.” Julio Cortázar, Capítulo 22, Rayuela.

posted by El flaco de la bicicleta blanca at 5:21 a. m. 9 Deja tu opinión

jueves, diciembre 21, 2006

No one knows, no one cares

Hubo algo que no fue lo que era siempre. Hubo imágenes fotografiadas en blanco y negro. Hubo sangre hasta el ridículo (de una barbilla no puede emanar tanta cantidad). Pero nadie lo notó.
En el tiempo, era mediodía, ya era pasado aunque hubiese sido presente, ya era un futuro deshecho. En el espacio, era un café de
Flores, era una pizzería (de noche), era un ambiente por demás turbio, era un día soleado por fuera pero demasiado falseado por dentro. Nadie lo notó.
Cayó de bruces (expresión ya dísloca) y se partió la cabeza. En dos. Ahí también hubo sangre, hubo un grito espasmódico que comenzó casi gutural y terminó en un gemido inaudible y constante, que duró toda una vida. Su vida.
Ahora eran dos, no uno. Dos. Era él, y era su otra mitad. Su otra cabeza, que danzaba frente a sus ojos. Era su brazo izquierdo esforzándose en vano por estrechar la mano con su brazo derecho (matemáticamente imposible). Era su oreja izquierda intentando oír lo que hablaba la mitad derecha de su boca (¿y la torcida?). Era un sueño tras otro. Eran dos sueños a la vez, claro. Pero eran dos mentes a la vez. ¿O no?¿O era una sola mente partida al medio y, por tanto, dividida en dos; separada de sí, de su mitad superyoica, de su sector más realista? No había caso. No iba a funcionar.
Cuando despertó de aquél letargo, de aquella ensoñación tan surrealista, se dio cuenta de que, efectivamente, se había equivocado una vez más.
Hubo un destelloestallido.
Hubo un grito más (el último).
Hubo un cuerpo desplomándose (¿o dos?)
Hubo una muerte y un suspiro aliviado.
Hubo un médico, un psiquiátra y un hermano.
Hubo tres suspiros aliviados.
Hubo un enfermo, un esquizofrénico empedernido e incurable; y un problema MENOS.

Aunque nadie supo quién, ni por qué, ni cómo, ni nada. Pero claro, no importó.

posted by Guido Tanoni at 1:51 a. m. 2 Deja tu opinión

miércoles, diciembre 20, 2006

Diría Cortázar (¡oh, genio entre los genios!), que en los jardines de la poesía popular surgen mundos de nueva complejidad idiomática, nacen palabras (aún más allá de los "neologismos" mundanos ), emanan renovadas formas estéticas; y claro, se deslizan otras entre las hojas del jardín, todavía no descubiertas o ya desgastadas por el uso indiscriminado de los medios, de los mediocres. Entre los yuyos, salen rosas, cardos y helechos se debate la clorofila. Pero no es momento ahora de interpretar metáforas dignas de una maestra de catequesis en la escuela primaria.

El mundo está desestabilizado, sumergido en la confusión: miles de seres colisionan en la oscuridad del acontecer ciudadano; se reparten abismos en cualquier boleto de tren; se etiquetan personas cual matadero; la humanidad se conduce en una tremebunda letanía hacia el paroxismo propio de la locura.

Ahora, che, escuchame. Sí, vos, che. Ya llegaste hasta acá, ya estás metido, ya estás hasta el cuello (o algo más). Observá alrededor tuyo. Te rodean. Estás frito. En cualquier momento se te abalanzan y ¡kaputt!; fuiste. Zafá, si querés. Va a ser en vano, te vas a frustrar en los intentos desesperados e inútiles. Pero intentá. Ya sentís cómo te abrazan, cómo te envuelven. Ya te hablan al oído, te obnubilan, te hipnotizan. Ya estás cayendo en lo idílico del lenguaje... ¡Ojo! No te golpees el codo, ni el Coelho, evitá el hoyo de la existencia. Esquivá el mediocre que cohabita en todo hombre, y tratá de abalanzarte sobre el pedestal del Corta Zar, o sino sobre el sillón de Viena de Saer, o el laberinto de Borges... Que vuestro tropezón sea digno y feliz!

Frase del día:

"Aunque rasgués los tamangos,
buscando ese mango
que te haga morfar,

la indiferencia del mundo,
que es sordo y es mudo,
recién sentirás."
, del tango Yira Yira.

Los creadores.

posted by El flaco de la bicicleta blanca at 6:29 a. m. 1 Deja tu opinión

Ni yerba de ayer: el weblog de Guido Tanoni (18 años) y Martín Erro (17 años). Autores:

Colaboradores

  • Guido Tanoni
  • El flaco de la bicicleta blanca

    Suele manipularse, en los telones de la opinión pública, la idealización de una juventud errónea, descarrilada, inicua y drogadicta. En los arrabales de la contemporaneidad argentina, debe coexistir otra juventud: no se sabe si es la mayoría o la minoría. Sólo se sabe. Este weblog trata de esa búsqueda constante y ambigua: una exploración de ciegos en la inmediatez de la oscuridad, la falencia y la palabra. Una crónica escrita por los propios actores de esa juventud fantasmagórica.

Links:

  • .::. Guido Tanoni ... .::.
  • .::. Julio Fridman .::.
  • .::. Daniel Freidemberg .::.
  • .::. Ezequiel Zaidenwerg .::.
  • .::. Hotel Céline .::.
  • .::. Milanesa con papas .::.
  • .::. Monolingüa .::.
  • .::. César Mermet .::.
  • .::. Conejillo de indias .::.
  • .::. [Arte] [Ojo por] [Corazón] .::.
  • .::. Las afinidades electivas .::.
  • .::. Liniers: un tipo macanudo .::.
  • .::. Tomenlo como de ... .::.
  • .::. Dudo de todo .::.
  • .::. Le prosa .::.
  • .::. Mandarina .::.
  • .::. Wimbledon .::.

Lo pisado, pasado:

  • Miércoles 28 de Noviembre, 20:30 hsBar La ForjaBac...
  • Definitivamente, están perdidos...El título que va...
  • Simplemente, un breve comentario. "'Hoy he tomado ...
  • “En mi principio está mi fin”, T.S. Eliot, Four Qu...
  • Lección del día: cómo transformar la frase más gro...
  • "El fondo de las cosas no es la muerte o la vida.E...
  • “¿Cómo iniciar por el final?No puedo nombrar la mu...
  • LA BABA MATAMAMÁ ANA: Mañana. Sabrás: la fama lanz...
  • “Hace muchísimo que no sabemos nadayo de mí ni mí ...
  • No one knows, no one cares Hubo algo que no fue ...

Todos los derechos reservados, prohibido copiar sin la previa autorización del/los autor/es.

Powered by Blogger