Lección del día: cómo transformar la frase más grosera y bruta en neto aforismo poético
“Dos tetas tiran más que dos carretas”, dicen (para no ir más lejos). Y no están tan alejados de la verdad. Sucede, entonces, la forma. Se interpone entre el significado y el hombre. Entre el mensaje y el fondo, el esquema lingüístico puro sin deformaciones profesionales ni canllengues. Sucede que ahora aparece, entre forma y fondo, otra antinomia. La sociedad: la más profunda incoherencia. “No, no te tenés que fijar en cómo lo dice, sino en lo que dice”, reza un defensor de la cumbia villera (que ni siquiera sabe que hasta lo que dicen la mayoría –porque no me gusta generalizar, nunca me gustó– de los temas que pertenecen a dicho género, no dicen nada), o un enigmático poeta de la nueva estirpe que se antecede a toda crítica con un simple “es lo nuevo”, o un ciudadano más que cree en el discurso de la izquierda más radical y más impúdica (tal vez, sin equivocarse, quién sabe). Pero al día siguiente, cuando al defensor de la cumbia villera le dicen “negro” en lugar de “habitante de una villa miseria”, se queja sin comprender que (más allá de subjetivemas impuestos) en cuestión de fondo es lo mismo. Y también ese poeta se muere si alguien dice “un sinsentido más” en lugar de “honorable vanguardismo” para referirse a su obra. Aunque, me parece (alguien sabrá decirlo) tal vez estoy mezclando las cosas. Quizás no. Hay que ver que, quiérase o no, los subjetivemas están; siempre están. Desde el “Érase un hombre a una nariz pegado” hasta el “qué puta que sos, qué puta que soooos” –todo para arruinar la indiferente existencia de las Andreas–, pasando por tantos mensajes diferentes (“Eras mi hermano, Anakin”, denotando que la hermandad sea, en el peor de los casos, un destino de amor mutuo; “Ladran Sancho, señal de que estamos vivos”, manteniendo que en todo caso es mejor estar vivo que aboracarse al cese de los latidos en el corazón; “Sos un sol”, partiendo de la base de que el “sol” –astro que, a propósito, ningún ser humano viviente logró conocer en su endemoniada vida– es algo positivo y lindo). Pero claro, volviendo al “kit” de la cuestión, me dirán que es inútil defender que se puede lograr una metamorfosis tal que la frase encomillada en el primer renglón de esta escasa –y por cierto, algo estéril– reposición de ideas, se transforme en una sutileza del más poético lenguaje nerudiano, en pos de lograr la notable aceptación del mundo que no duerme. El que duerme, en sus sueños verá lo que quiera ver. O como le dice Gruter a Nicolasito Almanza en su aventura como fotógrafo platense, al soñar se va entrenando para el sueño más infalible e interminable: la muerte. Y sin embargo, créanme, no es tan difícil transferir el significado (y no el significante, Saussure querido) de “Dos tetas tiran más que dos carretas”, al amor incondicional de Romeo, o de Hércules, o de Horacio Oliveira (aunque él no lo supiera, pero Cortázar sabía, estoy más que seguro que Cortázar sabía), o de Ken (el novio infaltable de cada Barbie), o de mi papá, o de Baremboin, o de Juan Pablo en su túnel sabatiano –si se me admite tal adjetivo–, o de Samsagaz Gamyi por Rosita Coto, o del personaje que representa Adam Sandler en “Como si fuera la primera vez”, etc, etc. Porque podría seguir citando ejemplos (toda la vida es un gran ejemplo) pero no tiene caso. Sería en vano. Ya conseguí mi cometido. Ya logré que usted se de cuenta de hacia dónde trato de encaminar mis palabras. Sí, hacia una salida coherente, claro. Y no es precisamente aquella que se ve a lo lejos, la que reza “Exit” en letras blancas y fondo verde, titilando o con luz permanente. La cuestión es ver, es entender, que el significado puede ser (o es, según la interpretación) más importante (mucho más) que el significante en sí, que la forma, que la estética, que el afuera, que el objetivismo, que los cinco sentidos, que la primera impresión, que el prejuicio, que el asco repentino que produce vómitos en algunos y desmayos en otros. Comprender que tal vez un olor nauseabundo no sea sólo eso, sino que tal vez transmita un mensaje importante. Tal vez un aviso. Quizás un “Hey, no cortes más árboles”, o un “Ojo!, ese chicle te deja pintada la lengua”. Pero los hombres no sabemos ver las señales de la vida; porque nos quedamos en la forma. Menos mal, por otro lado. Y más mal, por otro otro lado. Y tal vez de la forma en que está escrita la presente disertación consiga el beneplácito de Borges (desde arriba) y de Washington Cucurto, el polo positivo y negativo (si se quiere, en tren de mostrar las grandes diferencias, sin realizar juicio valorativo alguno, claro está); pero quién sabe si será así. En última instancia, no es el propósito de la misma. En realidad no sé si se entiende mi mensaje. Quizás algunos lo juzguen de ambiguo, y les responderé que en verdad lo es, y que así se mimetiza con el mundo contemporáneo. Otros desentrañarán su significado y degustaran lo más exquisito, la borra misma del texto. Los que se queden en la forma, dichosos sean; y los que no, también. Es la idea. Saber que la forma importa, pero que no es irremediable. Que en definitiva es cuasi lo mismo decir “Dos tetas tiran más que dos carretas” a decir que el hombre es un ser que en todo momento se halla perdidamente enamorado de la mujer. Quién dijo que la verdad estaba en una u otra forma de decirlo, o que la mejor forma de expresarlo sea una u otra. Tal vez son las dos. Tal vez. O quizá para alguno sean las dos, para otro solamente una y para otro otra. Si se complica, es porque la vida es complicada, no es lineal, no es unidireccional, no es como la visión de los caballos que usan en los sulkys y les tapan los ojos para que no miren hacia los costados. Pero tampoco nadie sabrá ahora si dar por verdad lo que digo, y no creo que sea del todo sensato hacerlo. No busco verdad, sino coherencia. Mi meta es tanto menos ambiciosa, pero por algo se empieza. Buscando la verdad, y nada más que ello, han perecido demasiados genios. Buscando la coherencia, han empezado tantos otros. Un ser coherente, no puede dejar de serlo nunca. Es inevitable. Tanto o más que la fuerza de las tetas (que tiran más que un sulky o dos, por no decir más que un convertible o un Mini Cooper), tanto o más que el deseo de agradar, tanto o más que el fin de estas palabras algo necias y desordenadas, pero coherentes. Quede claro que no es coherencia resultar neutral en todo asunto. No. En mi caso particular, en este tema en particular, sólo intento argüir el fundamento de cada parte, y dar igual cabida a ambas. Dando por terminada este escurrimiento de términos lingüísticos, sigo manteniendo (como en un principio) que no es fácil, que no es común, pero que es lindo a veces abstraerse de lo establecido, salirse del precepto, y mirar las cosas desde un ángulo distinto, y aunque cueste tratar de desnudarse de toda estética preconsabida, y mirar sin prejuicio, sin preconcepto, sin nada. Pero mirando atentamente. Se ven cosas fabulosas…
Frase del día:
“When you’ve seen beyond yourself, then you may find peace of mind is waiting there*”
“Dos tetas tiran más que dos carretas”, dicen (para no ir más lejos). Y no están tan alejados de la verdad. Sucede, entonces, la forma. Se interpone entre el significado y el hombre. Entre el mensaje y el fondo, el esquema lingüístico puro sin deformaciones profesionales ni canllengues. Sucede que ahora aparece, entre forma y fondo, otra antinomia. La sociedad: la más profunda incoherencia. “No, no te tenés que fijar en cómo lo dice, sino en lo que dice”, reza un defensor de la cumbia villera (que ni siquiera sabe que hasta lo que dicen la mayoría –porque no me gusta generalizar, nunca me gustó– de los temas que pertenecen a dicho género, no dicen nada), o un enigmático poeta de la nueva estirpe que se antecede a toda crítica con un simple “es lo nuevo”, o un ciudadano más que cree en el discurso de la izquierda más radical y más impúdica (tal vez, sin equivocarse, quién sabe). Pero al día siguiente, cuando al defensor de la cumbia villera le dicen “negro” en lugar de “habitante de una villa miseria”, se queja sin comprender que (más allá de subjetivemas impuestos) en cuestión de fondo es lo mismo. Y también ese poeta se muere si alguien dice “un sinsentido más” en lugar de “honorable vanguardismo” para referirse a su obra. Aunque, me parece (alguien sabrá decirlo) tal vez estoy mezclando las cosas. Quizás no. Hay que ver que, quiérase o no, los subjetivemas están; siempre están. Desde el “Érase un hombre a una nariz pegado” hasta el “qué puta que sos, qué puta que soooos” –todo para arruinar la indiferente existencia de las Andreas–, pasando por tantos mensajes diferentes (“Eras mi hermano, Anakin”, denotando que la hermandad sea, en el peor de los casos, un destino de amor mutuo; “Ladran Sancho, señal de que estamos vivos”, manteniendo que en todo caso es mejor estar vivo que aboracarse al cese de los latidos en el corazón; “Sos un sol”, partiendo de la base de que el “sol” –astro que, a propósito, ningún ser humano viviente logró conocer en su endemoniada vida– es algo positivo y lindo). Pero claro, volviendo al “kit” de la cuestión, me dirán que es inútil defender que se puede lograr una metamorfosis tal que la frase encomillada en el primer renglón de esta escasa –y por cierto, algo estéril– reposición de ideas, se transforme en una sutileza del más poético lenguaje nerudiano, en pos de lograr la notable aceptación del mundo que no duerme. El que duerme, en sus sueños verá lo que quiera ver. O como le dice Gruter a Nicolasito Almanza en su aventura como fotógrafo platense, al soñar se va entrenando para el sueño más infalible e interminable: la muerte. Y sin embargo, créanme, no es tan difícil transferir el significado (y no el significante, Saussure querido) de “Dos tetas tiran más que dos carretas”, al amor incondicional de Romeo, o de Hércules, o de Horacio Oliveira (aunque él no lo supiera, pero Cortázar sabía, estoy más que seguro que Cortázar sabía), o de Ken (el novio infaltable de cada Barbie), o de mi papá, o de Baremboin, o de Juan Pablo en su túnel sabatiano –si se me admite tal adjetivo–, o de Samsagaz Gamyi por Rosita Coto, o del personaje que representa Adam Sandler en “Como si fuera la primera vez”, etc, etc. Porque podría seguir citando ejemplos (toda la vida es un gran ejemplo) pero no tiene caso. Sería en vano. Ya conseguí mi cometido. Ya logré que usted se de cuenta de hacia dónde trato de encaminar mis palabras. Sí, hacia una salida coherente, claro. Y no es precisamente aquella que se ve a lo lejos, la que reza “Exit” en letras blancas y fondo verde, titilando o con luz permanente. La cuestión es ver, es entender, que el significado puede ser (o es, según la interpretación) más importante (mucho más) que el significante en sí, que la forma, que la estética, que el afuera, que el objetivismo, que los cinco sentidos, que la primera impresión, que el prejuicio, que el asco repentino que produce vómitos en algunos y desmayos en otros. Comprender que tal vez un olor nauseabundo no sea sólo eso, sino que tal vez transmita un mensaje importante. Tal vez un aviso. Quizás un “Hey, no cortes más árboles”, o un “Ojo!, ese chicle te deja pintada la lengua”. Pero los hombres no sabemos ver las señales de la vida; porque nos quedamos en la forma. Menos mal, por otro lado. Y más mal, por otro otro lado. Y tal vez de la forma en que está escrita la presente disertación consiga el beneplácito de Borges (desde arriba) y de Washington Cucurto, el polo positivo y negativo (si se quiere, en tren de mostrar las grandes diferencias, sin realizar juicio valorativo alguno, claro está); pero quién sabe si será así. En última instancia, no es el propósito de la misma. En realidad no sé si se entiende mi mensaje. Quizás algunos lo juzguen de ambiguo, y les responderé que en verdad lo es, y que así se mimetiza con el mundo contemporáneo. Otros desentrañarán su significado y degustaran lo más exquisito, la borra misma del texto. Los que se queden en la forma, dichosos sean; y los que no, también. Es la idea. Saber que la forma importa, pero que no es irremediable. Que en definitiva es cuasi lo mismo decir “Dos tetas tiran más que dos carretas” a decir que el hombre es un ser que en todo momento se halla perdidamente enamorado de la mujer. Quién dijo que la verdad estaba en una u otra forma de decirlo, o que la mejor forma de expresarlo sea una u otra. Tal vez son las dos. Tal vez. O quizá para alguno sean las dos, para otro solamente una y para otro otra. Si se complica, es porque la vida es complicada, no es lineal, no es unidireccional, no es como la visión de los caballos que usan en los sulkys y les tapan los ojos para que no miren hacia los costados. Pero tampoco nadie sabrá ahora si dar por verdad lo que digo, y no creo que sea del todo sensato hacerlo. No busco verdad, sino coherencia. Mi meta es tanto menos ambiciosa, pero por algo se empieza. Buscando la verdad, y nada más que ello, han perecido demasiados genios. Buscando la coherencia, han empezado tantos otros. Un ser coherente, no puede dejar de serlo nunca. Es inevitable. Tanto o más que la fuerza de las tetas (que tiran más que un sulky o dos, por no decir más que un convertible o un Mini Cooper), tanto o más que el deseo de agradar, tanto o más que el fin de estas palabras algo necias y desordenadas, pero coherentes. Quede claro que no es coherencia resultar neutral en todo asunto. No. En mi caso particular, en este tema en particular, sólo intento argüir el fundamento de cada parte, y dar igual cabida a ambas. Dando por terminada este escurrimiento de términos lingüísticos, sigo manteniendo (como en un principio) que no es fácil, que no es común, pero que es lindo a veces abstraerse de lo establecido, salirse del precepto, y mirar las cosas desde un ángulo distinto, y aunque cueste tratar de desnudarse de toda estética preconsabida, y mirar sin prejuicio, sin preconcepto, sin nada. Pero mirando atentamente. Se ven cosas fabulosas…
Frase del día:
“When you’ve seen beyond yourself, then you may find peace of mind is waiting there*”
George Harrison
*"Cuando hayas visto más allá de tí, entonces tal vez descubrirás que la paz mental espera allí"
7 Comments:
¿Pero vos, Flaco-de-la-bicicleta-blanca cuántos sos? ¿Guido + Martín? ¿Cómo es eso? ¿sos uno, dos, varios? Quizá sea eso: que tenemos muchas máscaras, que no somos unívocos, que somos, más bien, múltiples, que --como decía en otro lado-- tenemos algo de fieles a nosotros mismos y todo lo demás es un intento vano de construirnos buscando entre los residuos, las migajas de lo que deseamos y lo que podemos ser. Internet, como dice un amigo, es un carnaval perpetuo. Somos otros y a la vez seguimos siendo fieles a nosotros mismos. O algo así.
un beso,
Ema
(volveré, no sé cuántas seré, pero volveré).
Ja, ja. Somos dos personas, divisibles formas de la materialidad (Uno es EL TANO, y el otro yo, ELFLACO...) pero, si querés dialécticamente, sirve a la cuestión pensarse "une et indivisible", un transitar perentorio de las formas tras una unívoca mascarada, en el escenario amorfo de la realidad - paradojas de la cosa tangible-. Gracias por tu comentario.
Veo, Flaco, que sos ave nocturna, es que la noche y la literatura... hay algo inescindible ahí (uno, claro, podría decir también: el tango, el alcohol y la noche). El arte existe porque existe la noche (dicen que dicen...).
Ema
Muy bueno Tano… sinceramente, el mundo actual suele regirse por ciertos valores que no son compartidos (y tal vez, es lo que nos brinda algún augurio de esperanza) por “unos pocos”. Vale aclarar que no estoy haciendo alusión a ningún tipo de “oligarquía perceptiva” o “don” especial, la cuestión reside en el interés compartido de “mirar profundamente”, tratando de captar y de desnudar aquella sensibilidad ajena que termine por conquistarnos. Es allí donde el contenido tomaría la importancia que merece y la forma se desvanecería bajo los preceptos de la cultura actual, que termina por convertirnos en seres preocupados porque el bolsillo del pantalón, en lugar de encontrarse en un sitio cercano al contacto con nuestras manos, se halle rozando nuestras pantorrillas, como si “estar a la moda”, significase la “incomodidad sin sentido” o el flexionar reiterativo de nuestra columna, ante la inquietud por consumir algún producto y la necesidad de recurrir a nuestra billetera (inquilina del piso de arriba de nuestros tobillos).
En fin, no sé si aporté demasiado a la idea expresada (tampoco me desvela jaja)…
Un abrazo!
... te siguen escribiendo en el blog, querido Flaco. A mí, te digo, me había encantado "adjuntar".
abrazos
Ema
¿Y cómo estás, Flaco-de-la-bicicleta-blanca? ¿todo bien?
abrazos,
Ema
Interesante comentario, aunque digamos que es difícil salirse de las-cosas-establecidas-por-la-sociedad en cuanto a lo que es correcto o no correcto, lo que es de buen o de mal gusto...porque ya nacemos adaptados a ellas y, por lo tanto, el margen de decisión pasa de lo mínimo a lo inexistente, como si mañana quisiera salir de mi casa envuelta en una túnica hindú y pasear por la 9 de julio cantando hare krishna, supongo que la gente miraría raro, o por lo menos con cierto asombro...y bue, estamos establecidos según ciertos rasgos demasiado determinantes, creyendo que somos realmente libres de elegir pero que en realidad no es tan asi...me fui un tanto por las ramas, pero me dieron ganas de decirlo. Saludos
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