¡Eh, guacho, qué bardeas!... Ahora sí, culminado el instante pueril (pero no estéril), se puede dialogar con la diafonía estertórea del conocimiento, de la cultura y no del garbo idiota. Manos que escriben palabras sin sentido, que brotan de una nada que al mismo tiempo se comunica con otras nadas en la virtualidad de un inclótumo programa infortunadamente denominado "Mensajero" (en clara e insana dicotomía). ¡Di coto, mía! Es inevitable no desglosar las palabras, no destruir una imagen para crear otra nueva, no perpetuar la existencia del ser en el acto de placer más certero y animal (pero no humillante, como eructar o rascarse la entrepierna). Es inevitable no querer modificar el mundo, pues la naturaleza del hombre nos indica que ese es nuestro destino último. Y, quiérase o no, siempre cambiamos el mundo. Este blog lo ha cambiado. Aquellos que firmaron el blog lo han hecho. Quienes inventaron los fotologs y los blogs, lo han hecho. Así como Bill Gates, Julio Cortázar (santa diferencia!!; bien que lo he mamado con gusto, y lo agradezco), Mahatma Gandhi, Damián Szifrón, el borracho de la plaza, Liniers (Macanudo!), Mahler (y no el Pitito que le compone las roncas melodías a Pepito Cibrián; ni tampoco la empresa guatemalteca que permuta el lugar de la "H" en su nombre, depositándola hacia la derecha de la "L"), y muchos hombres y mujeres y niños que en el existencialismo de Camus (y de Sábato, claro) son tan importantes como la gran Garganta del Diablo (y lo son en verdad para el universo) aunque sean otro brick en la pared del hambre, de la miseria y la debilidad humana. Siempre hay espasmos de vida, no dejan de estar ahí porque no pueden (aunque quieran, no pueden; pero quién dijo que quieran). Siempre esos choques, esas muertes, esa droga enfatizando la somnolencia del tiempo, esa manipulación inerte del ser; también las bicicletas sin frenos, sin guardabarros, o con cesta para guardar las bolsas de las compras. Siempre están. No como los amigos, que a veces no están aunque digan “siempre voy a estar”, o aunque te abracen en un viaje de egresados y te digan “No te voy a olvidar nunca”. Pero, ¿qué es el olvido? Si el olvido es no tener presente, día a día, en cada despertar (o bien, en algún momento del día) a la persona en cuestión, entonces muchas veces nos habremos olvidado de alguien. Pero, si el olvido es terruptar las emociones, si es desentrañar las imágenes insertas (desde archivo o prediseñada), si es no guarecer al menos en un hueco ínfimo del ser a dicha persona, entonces tal vez sea más improbable que alguien en su puta vida haya olvidado a un amigo. Pero claro, también depende de a qué nos remitamos con el término “amigo”. Si amigo es, como arguyera aquél autor desconocido (¿o Borges, realmente?) en su rememorado poema “El Árbol de los amigos”, cualquier individuo con el que uno trata (al menos un tiempo, por más escaso que sea; “Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino”), aunque luego se esfumen para siempre y no sigan el camino con nosotros, entonces nunca puede haber siquiera un sujeto carente de ellos. Si, por el contrario, amigo es todo aquél que acompaña a la persona, que comparte momentos (no necesariamente espectaculares, ni antropológicamente correctos, ni filosóficamente aptos), que brinda su ayuda en tiempos de marea alta, que genera con ella un lazo único e irrepetible (como el ser mismo); entonces puede que existan personas que, en el peor de los casos, no posean ni un amigo. Eso nos lleva al concepto de soledad. Soledad hay en todos lados. Hay soledad en una fiesta repleta de amigos, en cuanto uno de ellos sienta esa ventisca rauda que pasa de un hombro al otro y acoge los peores sentimientos de soledad (la soledad interior); y hay soledad en la ribera del Río de la Plata; en el Chaco; en los hacedores de canastos de mimbre; en el punto más álgido (realmente álgido) del Glaciar Upsala; en la estera (también de mimbre) que utiliza una gallega para tomar sol en alguna playa de Málaga; en el resquicio que forman los párpados de cualquier chino; en la vasta solemnidad del océano y sus pequeños navegantes. En todos lados.
Tal vez sea por ello que intentamos modificar el mundo. Tal vez sea una forma más de buscar el fondo, sin caer en los bordes "Juarrocianos" (si se admite tal neologismo) de la vida o la muerte; pero siempre teniendo en cuenta las manos (también momentos juarrocianos) que crean al ser, y al no ser; que crean este texto intentando alcanzar esa orilla en la que, quién sabe dónde, se vislumbre el fondo. Tal vez sí sea por ello, o tal vez no. Tal vez sea el intento de rechazar un olvido inminente, o hacer decrecer los momentos solitarios, o creerse un ser más apreciable, o demás. O tal vez porque queremos figurar en ese glosario enorme que se llama “Historia”. Y quizá por eso la invención de estos nuevos espacios de comunicación, quién sabe. Pero en ese afán casi fortuito, entre situaciones y coyunturas parcial o totalmente azarosas, reaparece el humano que se cree perdido en las inmediaciones de la locura moderna. Porque allí se encuentra el mismo deseo del cavernícola, y del romano y de Descartes. El único patrón común en todo hombre (aunque negado bajo mecanismos psicológicos en algunos casos), la cosa en sí que mueve todo designio. La pregunta, la cuestión anterior a la inmediatez del acto, sería: ¿para qué?. Ahora yo pregunto, señoras y señores: “¿hacia dónde?”…
FRASE DEL DÍA:
"Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a tí mismo"
Mahatma Gandhi
3 Comments:
"Se torna difícil escribir con la misma brutalidad con que se piensa.
Se torna raro advertir los desmanes de algún término equivocado, porque la valentía de estos signos nos va proponiendo otro idioma despierto.
Pero en la brutalidad, en esa orfandad de tersura de los pensamientos, de tanto drenar el adobe corrupto de los otros, no hay salvación posible que no contenga a la muerte, que necesariamente no reanime su sopor con una parálisis perfecta, quizás un shock elertrocutor o un despiadado estrellarse de corpulencia inacabada.
La totalitaria vergúenza de estos pensamientos locos, se desenmascara sólo para proyectarlos contra las fragmentadas evoluciones de la carcaza consciente, redimiendo
esa incontenible borrasca animal con un grito, una contracción del gesto teatral de la sílaba.
Veo que la brutalidad del pensamiento es tan sólo otro pensamiento que se ejecuta con violencia y perece estampado contra su propia sombra como los objetos arrasados por la bomba de Hiroshima.
Es obvia la deducción: el pensamiento animal que proyectamos es tan selecto y vigoroso, que sólo dura el instante fugaz de una mariposa concebida al azar.
Pero en el atropellado desfiladero de la mente expuesta al sufrimiento de las miserias sociales distintas -por siempre distintas sean las miserias de vivir en la poesía, de aquellas en las que vivir en la poesía representa un complot para saciar al estórnago-, la soledad de estas barbaries mentales ejerce sobre el resto de los pensamientos una corriente de energía liberadora.
Por los agujeros que profanaron estos brutales delirios al detonar en su corta existencia, pasan centenares de delicadezas e idilios, y son estas prometidas certidumbres las que nos permiten iniciar y luego ahogar el verdadero diálogo con el universo."
Luis Alberto S.
un saludo señor...
http://bifurcado.blogspot.com
buenas...
ya que pregutnas, soy de bera, (bsas), cerquita de quilmes(es mas ubicable...)
un par de tildes? jaja q triste que quede eso en mis comentarios... jaja, nunk fue mi fuerte..
ojala andes bien flaco..
agregame...
onlyblack_0333@hotmail.com
ni daba para comentar oi sobre lo que escribis andaba apurado...
un abrazo
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